En una jornada marcada por tensiones internas y definiciones políticas, María Eugenia Vidal rompió el silencio y lanzó una crítica contundente contra la reciente alianza entre el PRO y La Libertad Avanza en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En un video difundido en sus redes sociales, la exgobernadora bonaerense y actual diputada nacional se mostró firme en sus convicciones, rechazando el acuerdo sellado entre Mauricio Macri y Karina Milei, y anunciando que no será candidata ni participará de la campaña electoral de octubre.
Vidal, una de las figuras históricas del PRO, expresó que no cree que el pacto con el oficialismo libertario sea lo mejor “ni para el PRO ni para la Argentina”. Su mensaje, lejos de la ambigüedad, apuntó a reivindicar una oposición que acompañe las decisiones acertadas del presidente Javier Milei, pero que también sepa poner límites. “No creo en la obediencia ciega ni en el insulto al que piensa distinto”, afirmó, marcando distancia tanto del seguidismo sin crítica como de la confrontación vacía.
La decisión de no competir en estas elecciones fue acompañada por una reflexión ética: “No vale todo por un cargo”, sentenció, en clara alusión a los dirigentes que, ante el cierre de listas, optaron por cambiar de espacio político. “No es ético saltar de un partido a otro cuando no estás de acuerdo con un cierre electoral”, agregó, dejando entrever su malestar con quienes priorizan la conveniencia electoral por sobre la coherencia ideológica.
Aunque se le ofrecieron lugares en las listas, Vidal rechazó cualquier candidatura. Tampoco encabezará una alternativa que busque rescatar los restos de Juntos por el Cambio. En cambio, anunció que continuará trabajando desde la Fundación Pensar, el think tank del PRO, para renovar el partido desde sus raíces. “Sigo siendo del PRO”, reafirmó, en un gesto que busca preservar la identidad partidaria frente a lo que considera una entrega excesiva a La Libertad Avanza.
La alianza entre el PRO y LLA en CABA, que no incluyó la identidad visual del PRO en la boleta, fue vista por Vidal como una cesión que desdibuja los límites entre los espacios. Su crítica se suma a otras voces internas que cuestionan el rumbo tomado por la conducción partidaria, en un momento en que el PRO parece debatirse entre la fusión con el oficialismo libertario y la reconstrucción de su autonomía política.