Por Redacción Noticia Baires

Mientras el escenario político nacional se recalienta de cara al segundo semestre, el diputado Máximo Kirchner y el exministro de Economía Sergio Massa avanzan en conversaciones discretas —pero constantes— para reconfigurar el tablero electoral del peronismo no alineado con el oficialismo libertario. El proyecto, aún en etapa embrionaria, contempla la creación de un nuevo frente político que podría llamarse, sin matices ni apellidos, simplemente “Peronismo”.

Un nombre, múltiples lecturas

La elección del nombre no es inocente. En un contexto donde las etiquetas tradicionales han sido vapuleadas por el discurso antisistema y la polarización ideológica, reivindicar la palabra “Peronismo” implica una jugada audaz: buscar recuperar la marca histórica como paraguas identitario amplio, pero también como gesto de ruptura hacia las estructuras partidarias existentes.

“Se está discutiendo todo: desde los liderazgos hasta la estética del espacio, y sobre todo, qué tipo de identidad queremos recuperar o construir”, deslizó un dirigente del PJ bonaerense en off.

Kirchner, Massa y los reacomodamientos

Tras la derrota electoral de 2023, tanto el kirchnerismo como el massismo han transitado un proceso de repliegue y análisis. Máximo Kirchner, replegado en la Provincia de Buenos Aires, busca recomponer vínculos con intendentes, sindicatos y organizaciones sociales. Massa, por su parte, reconfigura su rol desde una Fundación que articula propuestas económicas moderadas, pero manteniendo contactos activos con el empresariado y sectores del peronismo federal.

Aunque sus estilos y recorridos divergen, ambos comparten una certeza: sin una estructura cohesionada, el peronismo corre el riesgo de volverse irrelevante. La idea de un nuevo frente podría ser el principio de un pacto pragmático para evitar la dispersión.

Las sombras del pasado y los dilemas del futuro

El desafío no será menor. Cargar con las contradicciones internas del pasado reciente, recuperar legitimidad ante una sociedad que mira con recelo a la dirigencia tradicional, y elaborar una agenda renovadora sin renunciar a las banderas históricas será un ejercicio de equilibrio fino.

Por ahora, las conversaciones continúan lejos de los flashes. Pero si el nuevo frente prospera, podría ser el epicentro de una reorganización más amplia que trace una hoja de ruta hacia 2027.