15/04/2021  -  Interés General
Una leyenda eterna
Veinte años sin Joey Ramone: la historia de un rebelde con un corazón gigante
El 15 de abril de 2001, mientras escuchaba en la cama del Hospital Presbiteriano de Nueva York rodeado de su familia, su canción favorita de U2, “In a Little While”; Joey Ramone, el miembro fundador y voz líder de The Ramones, se entregaba definitivamente en la lucha que mantenía desde hacía varios años contra un linfoma. Su dura infancia, el bullying y la lucha constante contra la paranoia, la esquizofrenia y otros demonios. Un repaso sobre su vida y su particular relación con Argentina, donde conoció lo que era ser una súper estrella del rock.

Jeffrey Ross Hyman nació el 19 de mayo de 1951 en el seno de una familia judía del barrio Forest Hills en Queens, Nueva York. Su salud siempre fue frágil. Llegó al mundo con un teratoma, un feto que nunca se desarrolló y que quedó anexado a su columna vertebral en forma de un tumor del tamaño de una pelota de baseball. Si bien la operación fue un éxito, las secuelas se manifestaron en su juventud. No sólo debía ser hospitalizado por sus constantes infecciones, sino que tras una posible mala experiencia con LSD, fue internado en un neuropsiquiátrico, donde le diagnosticaron trastorno obsesivo-compulsivo, paranoia, esquizofrenia y un daño cerebral mínimo.

Como explicó el bajista CJ Ramone a Gerardo Barberán Aquino en el libro Ramones en Argentina (Gourmet Musical, 2018): “Joey se enfermaba muy seguido. No era una persona físicamente fuerte y muchas, muchísimas veces tenía recaídas mientras estábamos de gira”. Su temprana muerte a causa de un linfoma probablemente haya sido producto del tumor que le extirparon al nacer.

Pero tampoco había sido fácil la vida para Joey a nivel personal debido a sus marcados trastornos obsesivos compulsivos, su hipocondría y conflictos psicológicos y sociales derivados de su particular fisonomía.

Con su mencionado trastorno, que lo impulsaba a realizar absurdas rutinas que exasperaban a todo el mundo, su desgarbado físico de casi dos metros de altura, su avanzada miopía y su excesiva timidez, el joven Jeffrey fue el centro de todas las burlas en su adolescencia.


Un genio incomprendido

A diferencia de otras historias de exitosos artistas que encontraron la solución a sus problemas de sociabilidad en la música, en este caso las cosas no fueron tan sencillas ni lineales, debido a que en muchos casos fue expulsado de bandas por no ser lo suficientemente "atractivo".

Aunque la conformación de The Ramones le dio a Jeffrey un espacio en donde compartir su dejo de "eterno perdedor" y le ofreció una nueva personalidad a través de un nombre artístico que lo hermanaba con sus compañeros, las diferentes problemáticas y personalidades de quienes formaban el grupo fueron un escollo para poder canalizar frustraciones.


La ausencia de éxito comercial y el mal trato por parte de la prensa y el establishment musical también complicaron el andar de la banda, que más allá de eso se posicionaba como uno de los grandes animadores en las míticas noches del CBGB, el club neoyorquino que acuñó a los números más importantes del punk rock de esa ciudad en los años `70.

Apenas en la Argentina, The Ramones se convirtió en un fenómeno a partir de sus constantes visitas en los últimos años de los `80 y la primera mitad de los `90, que desató una suerte de inédito fanatismo, tal vez por la identificación de los jóvenes de clase trabajadora del conurbano con la marginalidad de sus integrantes.


También es conocida la larga historia de enemistad entre el cantante y el guitarrista Johnny Ramone, cerebro musical y comercial del grupo, que comenzó por diferencias ideológicas y tuvo su clímax en la disputa por el amor de una mujer.

Ocurre que Joey, de ideas progresistas, mantenía un romance con una joven llamada Linda Daniele, quien no dudó en abandonarlo cuando se enamoró de Johnny Ramone, conocido por sus ideas conservadoras, con quien finalmente se casó.


Joey quedó tan herido que durante sus últimos 20 años de vida no se dirigió la palabra con Johnny y hasta le dedicó el famoso tema "The KKK Took My Baby Away".

Muchos le atribuyeron a Linda Ramone tener decisiones sobre las letras y la música de las canciones. También de ser la culpable de las grietas dentro del seno de la banda. Incluso, muchos fans alrededor del mundo la llegaron a llamar "Yoko Ramone".

Pero a medida que avanzaron los años, la salud física del cantante fue mermando y su comportamiento se volvió más errático. Esto recrudeció en la segunda mitad de los `90, cuando se le diagnosticó un agresivo linfoma.

El desenlace llegó el 15 de abril de 2001 cuando le pidió a su hermano, el también músico Mickey Leigh, que pusiera una vez más la canción que tanto le gustaba de U2, mientras sus familiares se reunían alrededor de su cama para despedirlo.

En 2002 salió a la venta "Don´t Worry About Me", su trabajo solista póstumo, y también hubo un tardío reconocimiento a The Ramones al ser ingresado en el Salón de la Fama del Rock and Roll, aunque Joey fue el único miembro que no llegó a disfrutarlo.


Ramones Argentos

Siete visitas entre 1987 y 1996 fortalecieron la relación entre la banda pionera del punk mundial y los argentinos. En esos nueve años, los Ramones y sus fans locales escribieron numerosos capítulos de una historia que aún no termina: presentaciones en la televisión -junto a Mario Pergolini en La TV ataca-; extensas entrevistas en la Rock and Pop que incluían incursiones del cantante Joey Ramone oficiando de DJ; el anuncio de la despedida; incidentes en una boletería antes del último show en River; y un ex integrante, Dee Dee, bajista original, que se enamoró de una adolescente argentina, Bárbara Zampini, y se quedó a vivir un tiempo en la localidad de Banfield y en la ciudad de La Plata, donde formaron una banda de rock sin demasiado éxito.

Todo eso que dejaron los neoyorkinos en sus constantes visitas a nuestro país (1987, 1991, 1992, 1993, 1994, 1995 y 1996) lo cuenta el periodista Gerardo Barberán Aquino en su libro Ramones en Argentina, de editorial Gourmet Musical. Si bien no pudo presenciar ninguno de los conciertos debido a su edad -hoy tiene 35 años- y la lejanía de su hogar en el Chaco, el escritor entrevistó a los integrantes que quedan vivos, periodistas, productores, músicos locales e internacionales para reconstruir esa pasión inexplicable que dejó grandes recuerdos para los fans y también para la banda.  


El 16 de marzo de 1996, los Ramones se despidieron oficialmente del público y de la música (luego tendrían algunas despedidas más en Estados Unidos). Sus constantes peleas, la enfermedad de Joey y los problemas de adicciones precipitaron el final que se veía venir.

Sin embargo, en Argentina, los Ramones supieron disfrutar de la cercanía del público que los adoptó como propios. Acá gozaron del éxito, el reconocimiento y la fama que les fue tan esquiva durante muchísimos años, incluso en su propio país.

Hoy más que nunca, el recuerdo de Joey está intacto, pero en Argentina es eterno.







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