Las agrupaciones más cercanas a la expresidenta—desde La Cámpora hasta los sindicatos alineados—ya afinan los detalles de una convocatoria masiva. Dicen que no será una marcha convencional. "Si van contra Cristina, están yendo contra la historia", deslizó un referente del PJ porteño.

Entre la dirigencia kirchnerista circula la idea de repetir una movilización similar a la que la llevó a Comodoro Py en 2016, pero esta vez con un tono aún más combativo. "No es un juicio, es una proscripción moderna", afirma un allegado a Máximo Kirchner, mientras su entorno analiza una estrategia de presión social para frenar lo que consideran una ofensiva judicial.

La posible marcha no solo será una demostración de fuerza, sino también una prueba de fuego para el peronismo. ¿Se sumará la CGT o mantendrá la distancia? ¿Responderá el Partido Justicialista con una estructura orgánica o dejará que la movilización sea espontánea?

Mientras los militantes preparan banderas y consignas, el gobierno observa de reojo. Nadie sabe con certeza si la reacción kirchnerista será una muestra de resistencia o el punto de partida de una nueva etapa en el movimiento popular.

La posible marcha no solo busca respaldar a Cristina Kirchner, sino también reafirmar la identidad del kirchnerismo en un contexto de alta tensión política. La expresidenta ha comparado su situación con momentos trágicos del peronismo, recordando los fusilamientos de José León Suárez y los bombardeos de Plaza de Mayo.

Mientras la Corte Suprema se prepara para pronunciarse sobre la causa Vialidad, el kirchnerismo afina su estrategia.